Hace apenas unos días, el 12 de
abril, pero del año 1945 moría bruscamente, mientras trabajaba en su despacho, Franklin Delano Roosevelt a la edad de
63 años tras un apreciable deterioro de su estado de salud. Este hombre, de increíble
entereza, ha sido el único en ganar cuatro elecciones presidenciales en los Estados
Unidos de América. Esto podría no extrañar a muchos si tenemos en cuenta que era
descendiente de una importante dinastía de abogados, políticos y diplomáticos. De
hecho, otro presidente Theodore Roosevelt
–en este caso republicano- era primo quinto suyo y Franklin llevó al altar a la sobrina de éste tras conocerla en una
recepción en la Casa Blanca. Su educación fue exquisita manejando el alemán y
francés, habiendo viajado por Europa desde la juventud, practicado múltiples
deportes y asistido a las Universidades de Harvard y Columbia. A pesar de esto su
familia -de convicción demócrata- creía en el servicio público, destinaba gran
parte de su dinero a las tareas filantrópicas y no gustaba de alternar con la
aristocracia.
El joven Franklin destacó pronto en la política gracias a su impecable
aspecto físico y su buena oratoria. Con 30 años fue nombrado Secretario Adjunto
de la Marina y solo cinco años más tarde, al entrar en la Primera Guerra
Mundial en 1917, se convirtió en el más alto administrador de la Marina de los
Estados Unidos jugando un importante papel en el desarrollo de la Guerra lo que
le sirvió, por ejemplo, para encontrarse por primera vez con Churchill. Su meteórica carrera le llevó
a ser candidato a la vicepresidencia de los Estados Unidos en 1920. Contaba apenas
con 38 años, pero su suerte pareció cambiar a partir de entonces.
Su candidatura conjunta con el
Gobernador de Ohio sufrió una gran derrota después de ocho años de mala gestión
demócrata. En el plano personal, dos años antes su mujer estuvo a punto de
divorciarse de él por sus continuas infidelidades, lo que no llegó a ocurrir
gracias al acuerdo al que llegaron la madre del político y la que -a partir de entonces-
solo sería su esposa de cara a la opinión pública manteniendo vidas separadas.
Por si esto fuera poco, durante
el verano de 1921, con 39 años de edad Franklin
D. Roosevelt contrajo la poliomielitis. La polio era un verdadero azote que
afectaba a millones de personas en todo el mundo y de la que nadie -como puede
comprobarse- estaba exento de contagio. Una vez infectado por este virus se
produce una afectación de los nervios que paraliza los músculos a los que controlan.
Pueden darse distintos grados de afectación que van desde permanecer asintomático
(la mayoría), sufrir formas no paralíticas que se asemejan a casos de
meningitis y las formas paralíticas de la enfermedad que pueden inutilizar extremidades
o, incluso, los músculos respiratorios lo que suele conducir a la muerte.
Roosevelt quedó total, y permanentemente, paralítico de cintura para
abajo lo que le impidió, por ejemplo, volver a caminar. Todos pensaron que su debilitada
carrera política había terminado definitivamente. Pero lo cierto, es que nunca
se dio por vencido y se empeñó en superar la enfermedad con distintos
tratamientos. Nunca lo logró pues el daño es irreversible, pero decidió volver
a la política convirtiéndose 7 años más tarde en Gobernador de Nueva York y en
1932, tras derrotar al republicano Hoover,
en presidente de los Estados Unidos hasta su muerte. Para ello empleó ciertos
trucos ya que pensaba que los efectos de la polio podían interpretarse como signos de debilidad política. De hecho nunca acudió a actos públicos en silla de ruedas
(solo se conocen dos fotografías), conducía en coches adaptados, unos herrajes
le permitían dar sus discurso de pie, ect.
Y aquí viene lo curioso de esta
historia, pues durante todos sus mandatos estuvo comprometido, además de con la
lucha frente a la pobreza y los derechos civiles, con plantar batalla a la
polio fomentando la educación de la población general sobre la enfermedad, fundando
balnearios para la rehabilitación de afectados y financiando, y promoviendo, la
investigación de una vacuna eficaz. Entre estas medidas, ayudó a la fundación en
1938 de la organización denominada la Fundación Nacional para la Parálisis
Infantil (NFIP) que promovía la investigación de una cura definitiva para la
enfermedad y la creación de una red de colaboradores que asegurase donaciones
para lograr financiar -por ejemplo- los trabajos de Jonas Salk que dieron como fruto la primera vacuna eficaz frente a
la polio en 1955 (vacuna inactivada parenteral) y los trabajos de Albert Sabin en el norte de África que permitieron
disponer de una segunda vacuna en 1963 (vacuna atenuada oral). Ambas han sido
claves en la disminución del número de casos de
polio en el mundo y de la posibilidad de su cercana erradicación.
La NFIP fue pronto conocida como
la “March of Dimes” y adoptó,
incluso, esa nueva denominación en 1976. El origen de dicho nombre se debió al famoso
cómico, y filántropo, Eddie Cantor (Óscar honorífico de la Academia en 1963) que
en 1938 inventó un juego de palabras con el título de la más popular novela
radiofónica del aquel momento “March of
Times” para una campaña de donaciones. Solicitaba a los oyentes de su
propio show que enviaran un “dime” (moneda de 10 centavos cuyo nombre original
era “disme” al derivar de la palabra latina “decimus”) a la víctima más célebre
de la polio: el presidente Roosevelt.
En apenas unas semanas se recibieron en la Casa Blanca 2.680.000 monedas. En 1946
se acordó incorporar la cara de Franklin
D. Roosevelt en dichas monedas de 10 centavos quedando así inmortalizado al
año de su muerte y vinculado su recuerdo para siempre a la lucha contra la
poliomielitis a la que tanto contribuyó.
¿Qué había antes en la moneda?
ResponderEliminarAlgunas cosas las conocía, pero desde luego he aprendido mucho. A este paso con este blog me podré licenciar en Medicina y en Historia al mismo tiempo!
ResponderEliminarFDR, como les gusta denominar a Roosevelt en los EEUU, es una especie de Suárez. Todo el mundo le tiene cariño y valoran lo que hizo y sobre todo, cómo lo hizo. Aún así, y siguiendo con la comparación de Suárez, eran medidas adecuadas en su época, que hoy se han ido desvirtuando y pervirtiendo hasta convertir el Estado de Bienestar en un bienestar del Estado... ¿Nos suena?
Antes de colocar la figura de Roosevelt en la moneda de diez centavos se representó en ella, desde que se acuñó por primera vez en 1796, la Libertad. En un principio aparecía solo su busto, posteriormente durante la segunda mitad del s. XIX sentada sobre una roca y desde 1892 de nuevo su cabeza con corona de laurel primero y más tarde con cabeza alada que lejos de imitar al mensajero romano Mercurio (como pensaban muchos) quería simbolizar la libertad de pensamiento. A pesar de sustituir esta bella imagen por la del presidente se decidió mantener la inscripción "Liberty".
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