lunes, 12 de marzo de 2012

Gripe: protagonista de la historia y de la actualidad


Se calcula que el virus de la gripe lleva 80 millones de años sobre la faz de la tierra. En tantos años le ha dado tiempo a generar multitud de casos de enfermedad, la mayoría desconocidos, pero otros han llamado más la atención y algunos, incluso, podrían haber cambiado el curso de la  historia.

En 1580 una epidemia de “catarro inclementísimo” según los cronistas -una más que probable gripe de origen aviar o porcina según los epidemiólogos de hoy- recorrió España durante el final del verano y comienzos del otoño afectando a gran parte de la población incluyendo a la familia real. La reina Anna de Austria moriría el 26 de octubre de gripe y, antes que ella, el mismísimo Felipe II (quien probablemente la contagió) se vio tan afectado que se creyó morir y dictó testamento. Todos ellos se encontraban en Badajoz junto al resto de la Corte y los tercios de Flandes al mando del Duque de Alba que habían acudido en largo viaje a la llamada de su rey dispuestos a tomar Portugal para hacer valer sus derechos dinásticos al trono.

Las tropas entraron apenas unos meses antes en Portugal, evitando que una gripe que diezmó la Corte, numerosos monasterios y miles de hogares, malograra el objetivo y permitiendo a Felipe II ser proclamado finalmente Rey de Portugal tras guardar el luto por su amada esposa.


En 1918 tuvo lugar una de las peores pandemias conocidas, la “gripe española”, que afectó a la mitad de la población mundial y mató a más de 20 millones de personas en solo 25 semanas en un momento en el que el mundo arrastraba varios años de la cruenta Primera Guerra Mundial. No se denominó española por ser el origen de la epidemia (surgió en EE.UU. cuyos soldados la trajeron a Francia y de ahí a España y al resto de Europa) sino por cómo se cebó con nuestro país afectando a 8 millones de personas y dejando cientos de miles de muertos, así como por la falta de censura en la prensa de nuestro país a la hora relatar la evolución de la enfermedad, convirtiéndose en cronista internacional. Esta libertad provenía de nuestro carácter neutral en la Guerra, en cambio el resto de países no se podían permitir que las noticias desmoralizasen a sus soldados que pensaban que la gripe solo afectaba a España.

La Guerra finalizó apenas unos meses después, pero sus efectos devastadores favorecieron que la epidemia se prolongase hasta 1920 dejando finalmente de 50 a 100 millones de muertos.


En 2012, lejos de hechos históricos y trascendentales, una historia cotidiana y actual nos recuerda que la gripe sigue estando ahí. El 1 de marzo en un pueblecito de Maryland en EE.UU. moría una anciana de 81 años sin conocerse la causa. La edad, ya se sabe…pero a los pocos días morían también dos de sus hijos sin que se pudiese hacer nada por salvarlos. Apenas sin tiempo para recuperarse de la triste noticia, una tercera hija era ingresada con los mismos síntomas. El pánico se apoderó de un pueblo donde todos los habitantes guardan parentesco entre sí y especialmente con la damnificada familia, pues sus antepasados habían fundado una congregación de la iglesia metodista en aquel lugar. Todos ellos compartían genes y además habían compartido días de enfermedad y de funerales en estrecho contacto entre sí. Malo si era una enfermedad hereditaria, peor si era una enfermedad contagiosa.

La enfermedad se detuvo apenas unos días más tarde tras algún otro ingreso y finalmente se desenmascaró al responsable: el virus de la gripe A pero unido a una grave neumonía bacteriana secundaria que les provocó la muerte.


Las amistades peligrosas
La gripe puede matar por sí misma, pero es más habitual que favorezca infecciones bacterianas que son las responsables de la mortalidad. A la cabeza de estos “amigos” de la gripe se encuentra el neumococo, bacteria responsable de unos graves cuadros de neumonía que acababan rápidamente con la vida de los pacientes cuando no existían los antibióticos y aún en nuestros días puede ser difícil de tratar en muchos casos.

Pero no es el único, la infección por la bacteria Staphylococcus aureus era una complicación de la gripe menos habitual hasta ahora, pero está aumentando. Es una bacteria muy presente entre nosotros. Cualquiera que haya sufrido una foliculitis, un forúnculo o un "padrastro" infectado (paroniquia) en un dedo, por ejemplo, ha visto sin saberlo una de sus caras menos agresiva casi con seguridad. Pero esta bacteria puede adquirir, y transmitir, mecanismos de virulencia y resistencia que dificultan su tratamiento e, incluso, pueden provocar una rápida y certera muerte como desgraciadamente ha ocurrido entre los miembros de esta familia norteamericana hace tan solo unos días.

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